jueves, 30 de diciembre de 2010

Ver el sol

Sólo necesitaba la luz del sol.
Que amaneciera y que poco a poco el resplandor fuera inundando mis pupilas, adaptándose de la reciente oscuridad a un día glorioso y formidable.
Sentir la imponente pero suave luz del día acariciando mi cara, formando el calor una sonrisa, y penetrando en mi ensombrecido espíritu.
Que permaneciera hasta formar parte de mí, hasta el punto de, por haber creado costumbre, no reparar ya en su existencia.
Que mi piel fuese dejando lentamente de tiritar por el frío de la noche, y que lentamente el calor fuese templando mi cuerpo hasta lograr una cálida calma.
Algo tan natural, tan simple como ver amanecer el sol.
Como sentir amanecer el sol.
Contemplarlo saliendo con la sorpresa y la ilusión de la primera vez.
Y notar que junto con él yo también salgo de la nada y me incorporo a un mundo nuevo.
Sentirme yo sol.
Sentir con él que soy yo también quien da luz, quien da energía, quien da calor.
Que se cumpliera lo que todo el mundo anhela, lo que todo el mundo debiera sentir.
Sólo eso.
Sólo dejadme ver amanecer.
Sólo dejadme ver al fin la tan preciada y fulgurosa luz del día.
Si queréis, llevaos el resto.
Yo sólo necesito ver el sol.

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